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Pasó

miércoles, 30 de enero de 2008



Estaba en el andén de la salida sur, a punto de subir peldaño tras peldaño la escala que lo llevaría al encuentro con su propio yo, pero en versión más antigua.

Caminaba a tientas sin parecer notar el ajetreo de los transeúntes capitalinos. ¡Cómo lo iba a notar! Estaba en el medio de sus barrios después de tanto tiempo de ausencia.

Cada muralla vieja que quedaba en pie le reclamaba por sus años de olvido y auto exilio. Quiso culpar a las nuevas construcciones por extirparle las raíces que lo hicieron crecer. Sin embargo cuando miraba al suelo, cada piedra le devolvía la paz mirándolo con la ternura propia de un padre que acaricia al hijo que vuelve a sus brazos.

Los recuerdos surgían a borbotones, a tal velocidad que lo hicieron temer que su cabeza explotara de un momento a otro; el padre y su guitarra, la madre y su cocina, las rivalidades con los hermanos, las visitas nocturnas, los juegos infantiles, la locomoción, las muertes de los famosos; todo era un sinfín de sensaciones contradictorias que iba humedeciendo los ojos.

Los mismos ojos que ahora, una vez disipada la tormenta, veían impotentes ante sí como el único edificio que quedaba de su infancia era aquel que le había atormentado sus días de pasado más presente.

Odió, maldijo y deseó las penas del infierno, pero una vez recobrada la conciencia, sonrió recordando que el mayor problema de buscar tu pasado es precisamente… encontrarlo.













* Imagen sacada de acá

2 Han Escrito:

maga* dijo...

Brígido eso de encontrarse con uno mismo, con el de antes... recordé una frase de una canción de Los Rodríguez, que dice: "no salgo a buscarte porque sé que corro el riesgo de encontrarte..."


Lindo relato
(K)

Macarena Gallo.- dijo...

Hola

Nunca está de más recobrar pedazos de nuestra memoria y recordar momentos pasados y reencontrarse consigo mismo. En un buen ejercicio para aprender y madurar.

Saludos, y gracias por visitar mi blog. Estaré visitando el tuyo.