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Obra

miércoles, 19 de marzo de 2008



Ese sábado despertó con unas ganas incontrolables de ir al teatro. Era como si una fuerza superior la llamara para ver esa… en realidad cualquier obra. Por lo que recordaba de sus años culturalmente activos, calculaba que con $10.000 podría conseguir una entrada. Así, lo único que llevó consigo fue un billete azul con el que costearía su antojo.

En el trayecto imaginó la obra que quería ver; mmm, algo colorido, ya mucho me basta con el blanco y negro de Santiago, de mi vida… –pensó con un dejo de pesimismo, acaso por los últimos días que había vivido. Su mente siguió enviándole mensajes, tiene que haber personajes de carácter fuerte, aunque he tenido tantos encontronazos con ese tipo de gente, pero bueno, si los veo al frente quizás los logro entender-

A esa altura del trayecto, sólo sabía que su fin último era ir al teatro pero no lograba dar con la idea concreta, no sabía porqué era tan imperiosa su necesidad y tan impulsivo su movimiento, sólo sabía que había una especie de energía que la llevaba sin que ella pudiese determinar hacia donde iba, seguía divagando: buenos actores por favor, diálogos fluidos y…mmm…- En ese momento sus ojos se dilataron como un niño descubriendo los huevitos de chocolate en época pascual, ¡MÚSICA EN VIVO! Pensó de manera tan emocionada que hasta se escucharon sus ganas. Se dio cuenta que lo necesitaba era ver un cuadro completo; movimiento, diálogo y sonoridad.

Apenas llegó, quedó maravillada por el estilo minimalista de la sala, admiró los carteles hechos a manos del pasillo de su derecha, por donde se dirigían hacia los baños y derrochó entusiasmo ante la oscuridad del corredor de su mano izquierda que llevaba al escenario, olía arte. Luego de la sublimidad artística, notó por su vestuario y maquillaje que uno de los mismos actores estaba desarrollando la función de portero, claro a menos que los porteros ahora se disfrazaran de dioses escandinavos a la usanza de Tor. ¿Estará actuando como portero, o será un portero actor? Pensó de manera graciosa mientras esbozaba su ansiosa sonrisa…

- Quiero una entrada para la obra – Le dijo agitando por el aire su azul pertenencia que sacaba del bolsillo
- …señorita, lamento decirle que con esa plata no le alcanza para ver la obra, a lo sumo para la voz…
- ¿Cómo que no alcanza? ¡Pero si esto me alcanzaba antes, e incluso compraba una coca-cola! –Le dijo enérgicamente sin reparar en lo que Tor le decía.
- …pero señorita, si usted sabe que todo sube…

Todo sube menos mi sueldo, pensó ella acongojada mientras miraba horizontalmente como si la respuesta estuviera en los costados de lo que ahora ella consideraba un sucucho de mala muerte que se hacía llamar anfiteatro, y así cobran más de diez lucas, pensó con enojo en sus venas cuando repentinamente recordó lo que Tor le había dicho…

- ¿Qué es eso de la voz?

“Bueno señorita, déjeme comentarle” – Le dijo adoptando una postura teatral, ensayando una reverencia con su mano derecha hacia la espalda mientras la palma de la mano izquierda se extendía como una ofrenda hacia ella.

- Lo que ocurre es que usted sabe que es una obra de teatro con música en vivo…- hizo una calculada pausa y al comprobar que ella asentía, continuó- y por lo mismo nosotros si bien no podemos ofrecerle toda la obra por el dinero que usted tiene, podemos permitirle si así lo desea, que presencie la canción principal de nuestra obra, pero sin los actores. Sería sólo la canción principal…La Voz…¿Me entiende?

- Ajá…entonces ¿qué? ¿Me tengo que esperar acá hasta que termine la obra para que al cabo de dos horas unos músicos me hagan pasar?– Preguntó un poco confundida, un poco enojada…un poco frustrada.

- ¡No no señorita! Discúlpeme usted si no me expresado bien. Con el dinero que usted tiene, le alcanza para que nuestra solista le cante la canción principal a usted y a capella, pues bueno…verá, los músicos cobran otra tarifa. Luego, si usted quiere, podemos proceder de inmediato, previo pago adelantado- Ofreció Tor, retomando la reverencia.

Al cabo de unos segundos de silencio, sin pensar mucho en lo que le ofrecían alzó la vista.

- Acepto.

Tor la tomó por el brazo y la llevó a una sala contigua, justamente en el pasillo de los carteles hechos a mano. Cerró la puerta con delicadeza extrema y le indicó que tomara asiento en donde se sintiera más cómoda. La salita era pequeña, pero lo justo como para que cupieran cinco corridas de asientos. En la pared izquierda colgaba un cuadro con la solista cantando en las sombras y en la pared derecha habían instaladas unos dispositivos artesanales que evitaban que el sonido se propagara. Cuando estaba imaginando qué cosas harían en esa sala, se abrió la puerta y apareció la solista.

Ante sus ojos apareció una mujer muy grande, de aproximadamente cincuenta años, con varios de ellos cantando imaginó ella. Iba vestida de azul profundo y muy pintada, con el cabello tomado en un moño en la parte trasera de su cabeza y medio cigarrillo consumiéndose en su mano derecha. Se le acercó y dijo:

- ¿Así es que usted quiere la voz? – preguntó con una voz demasiado ronca para ser una solista.
- Ehmm…sí, eso mismo – No sabía si quería eso precisamente, pero igualmente se impresionó con la señora y quería tener el menor diálogo posible con ella.



En ese momento, la solista comenzó a cantar deliciosas frases a ritmo de tango…no, era un bolero, no un bosanova… era…era algo que ella nunca había oído antes. La música como ella la conocía antes no tenía cabida en estos momentos. Podía cerrar los ojos y visualizarlo todo. Aquello era un bálsamo para sus tímpanos acostumbrados estas últimas semanas a frases tan poco amigables. A medida que avanzaban los segundos, la interpretación se hacía cada vez más sentida, sus ojos comenzaban a sentir la niebla propia del momento en que caerá la tormenta.


No aguantó más y rompió en un mar de lágrimas.

- ¡Gracias, muchas gracias! fue conmovedor, nunca nadie me había hecho sentir así gracias a la música – dijo entre convulsiones lagrimales.

Sin inmutarse por los sollozos, dio media vuelta y caminó hacia la salida. Al pasar por el umbral de la puerta la miró de reojo y dijo:

- De nada niña, has escuchado la voz.

...Por mí (Así habló la psicóloga)

domingo, 9 de marzo de 2008



-ROBERTO! – preguntó con ímpetu.
-¡shh…no hagas ruido que estoy escondido! – le contestó Roberto bajo susurros implorando silencio.

En ese instante adoptó la posición en cuclillas para estar a la altura de su amigo.

- ajá…te escondes…interesante. ¿Tú te sientes escondido?
- Pero si eso te dije…Ahora no sigas haciendo ruido.

“Escondido y en cuclillas”, interesante cuadro pensó ella, se preguntaba desde cuanto él se sentiría escondido, pero no lo podía interrogar de manera tan invasiva.

-¿y algún otro término en vez de “escondido”?

La miró confundido, él pensaba que había dejado establecido claramente su postura.

-¡habla más bajito!, como va a haber otro término si te estoy diciendo que estoy escondido.

- Es que mira. Es interesante lo que dices, aquello de sentirse escondido. Dependiendo del tiempo en que te sientes escondido, eso podría ser un indicador de una debacle de personalidad. Quizás hay un Edipo inconcluso que no alcanzaste a tratar antes de que tu madre partiera. ¿Tu madre te decía que te escondieras?

Ella tomó impulso y no le importó la no respuesta. Ante la presunta abulia de Roberto siguió explicándole

-Probablemente ese escondite emocional que me estás comentando te generará repercusiones futuras que pueden marcar no sólo TU propia identidad, sino que también pueden moldear la identidad futura de tu descendencia. ¿No crees tú que debes salir de ese estado para poder romper con ese paradigma?

Roberto dejó de mirar por un segundo por encima de su hombro para intentar comprender lo que ella le decía.


-…ehmm…¿qué?

-Tranquilo. Es normal temer cuando tienes algo dentro de ti que se presenta de manera tan abrupta. Existe una negación, algo que no quieres que salga a la luz. Ahora cuéntame, ¿De qué te escondes?


- Del Pablo, es que ya terminó de contar
. .

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Le Cargan los finales abiertos

domingo, 2 de marzo de 2008





En ese instante lo mira con sonrisa orgullosa mientras se mece hacia atrás en su silla favorita:

- “...yyyy fin, ¿qué te pareció?”


El interpelado, que llevaba un buen tiempo leyendo, lleva sus dedos hacia los ojos,los restriega y pareciera que esparce un ungüento invisible hacia sus orejas y nuca. Toma distancia y levanta la vista al tiempo en que sus manos parecieran rezar un padre nuestro:

-“¿Cómo que 'fin' hueón? -intenta buscar en su mirada alguna luz para comprender- ¿qué pasó con el protagonista?"

Una sonrisa asomó entre sus amarillentos dientes manchados por el tabaco y el café. Había logrado exactamente lo que estaba buscando:

- “ Esa es la gracia, ¿cachai? ¿Se muere, vive?, ¿lo matan…se suicida? ¡Tú eliges!" - afirmaba elocuentemente apoyado por sus manos agitadas en el aire.

El hombre, visiblemente molesto, guardó silencio esperando a que el escritor le diera descanso a sus manos. En ese instante explotó:

- “ahh, o sea que tengo que aguantarte que me tengai pendiente como huevón durante las doscientas primeras putas páginas según tu imaginación pa´dejarme el final a mí, Tengo que leerme como imbécil todas las aventuras de hueóncito que no puede ser feliz pa´que tu al final en vez de decirme que no tení chucha idea de cómo terminarlo, me tratì de vender la pomada de que es un final abierto, a ver qué cresta pasa por mi mente…Maricón”

Sin un atisbo de asombro, cuando el incendio de palabras hubo terminado, el escritor bajó la vista, le dio un sorbo al café y sin mirarlo dijo:

-“mmm bueno, cada uno lo interpreta como puede”